Los días 21 y 22 de
Septiembre se celebrará por fin la cuarta edición de la Feria
Internacional del disco de Madrid. El evento tenía previsto
celebrarse en la primavera de este mismo año en el Palacio de
Congresos de Madrid igual que en ediciones anteriores, sin embargo,
el recinto ha tenido que remodelar sus instalaciones para adaptarse a
las nuevas normativas de seguridad surgidas a raíz del desastre del
Madrid Arena. Debido a las continuas demoras en la finalización de
dichas reformas los promotores del evento decidieron finalmente
buscar un nuevo emplazamiento que ha resultado ser el hotel Atocha
situado en la avenida de Méndez Alvaro muy cerca de la estación de
Atocha. Por supuesto esperamos veros a todos por allí y mientras se acerca el día
os recomendamos que visitéis la página de facebook creada
exclusivamente para el evento:
En ella podréis
encontrar entrevistas a vendedores y coleccionistas, enlaces a
artículos muy interesantes y multitud de fotografías curiosas
relacionadas con el mundo del disco.
Muy atrás quedaron
aquellos días en los que uno podía ir al hipermercado, hacer la
compra del día y de paso hacerse con la discografía completa
remasterizada de King Crimson. El disco en su formato físico
permanece como un mero vestigio de lo que era antaño en todas las
grandes superficies comerciales de nuestro país. La vendedores
especializados en música han ido desapareciendo paulinamente desde hace
años y los pocos que sobreviven han ido adaptándose a los nuevo
tiempos inclinándose más por la venta de todo tipo de merchandising
en detrimento de la música (Tiendas Tipo como ejemplo). Sin embargo,
la situación continúa evolucionando de una manera no prevista según
un informe de ERA (Entartainment Retailers Association, una
organización inglesa que da soporte a los vendedores de música,
vídeos y videojuegos tanto en su formato físico como digital).
Según este informe,
publicado el 25 de julio, durante el primer semestre de este año las
ventas de discos en tiendas independientes sufrieron un incremento
del 44% respecto al mismo periodo de 2012. Por supuesto, los datos
son relativos únicamente a Reino Unido; sospechamos que en España
las cifras serían menos alentadoras.
Este incremento se achaca
principalmente a dos hechos clave, el primero es el espectacular
aumento de ventas de vinilos. Según las cifras, las tiendas
independientes son sólo responsables del 3.2% de ventas de discos a
nivel mundial, pero al mismo tiempo sólo ellos venden el 50% de todos
los discos vendidos en el mundo en formato vinilo. Otro de los puntos
clave que parecen haber impulsado las ventas es el gran éxito que ha
tenido la celebración del Record Store Day 2013.
Este evento tiene
su origen en Estados Unidos donde se viene organizando desde 2007,
las tiendas participantes sacan a la luz ediciones especiales y
promociones pensados exclusivamente para ese día, además numerosos
artistas aprovechan para hacer actuaciones o apariciones especiales y
apoyar así la ventas de discos. Las tiendas adheridas deben cumplir
una serie de estrictos requisitos para formar parte del evento,
básicamente tratarse de tiendas físicas (nada de online) y no tener ninguna relación
con grandes corporaciones. Sorprendentemente el
Record Store Day se viene celebrando también en España desde 2011
aunque, por supuesto, con mucha menos repercusión; desde nuestros
limitados recursos declaramos nuestra intención de apoyarlo en sus
próximas citas.
No creemos, sin embargo, que esta estadística implique necesariamente que el formato físico vuelva a estar de modo entre el público. Un hecho que hay que tener en cuenta es que al haberse reducido drásticamente el número de
tiendas las supervivientes cuentan con menos competencia y por tanto venden más, algo que ya
ha ocurrido otras veces en otros sectores del comercio aquejados de algún tipo de crisis.
El informe de ERA
muestra también la lista de los 20 discos más vendidos a través de
tiendas independientes. Nos llena de orgullo comprobar que en la
lista está The Raven that Refused to Sing el último disco de Steven Wilson, mentor y padrino de este humilde
blog.
Lista de discos más vendidos en tiendas independientes inglesas desde enero a junio de 2013
Este año ha visto
celebrar el 40 aniversario de uno de los discos más influyentes y
más vendidos de todos los tiempos: The Dark Side of the Moon
de Pink Floyd. Todo ha sido dicho sobre este álbum y sus
creadores, se han relatado cientos de anécdotas relacionadas con su
grabación y aunque ya no queda nada nuevo que contar queremos
rendir nuestro pequeño homenaje recordando la historia detrás de
una de las canciones más emotivas del disco: The Great Gig in the
Sky.
A finales de 1971,
meses después del lanzamiento
de Meddle, Pink Floyd
pasaba por uno de los periodos más activos de su carrera. Entre
otras muchas cosas se avecinaba una gira por Reino Unido, Japón y
Estados Unidos y entre medias se habían comprometido a
realizar la banda sonora de la nueva película de Barbet Schroeder,
La vallée. Sin embargo, a
pesar, de la enorme carga de trabajo pendiente la banda empezaba ya a
sentir la necesidad de ofrecer algo nuevo al público y, por tanto,
la grabación de un nuevo disco. The Dark Side of the Moon
comenzó su gestación durante
un encuentro de la banda en la cocina de Nick Mason (batería). Roger
Waters, bajista y principal compositor del grupo tenía un boceto
para un nuevo álbum, algunas canciones todavía en borrador y
algunos riffs; también tenían en reserva una buena cantidad de
material inédito grabado en sesiones de ensayo anteriores. Sin
embargo nada de esto servía para dar unidad y forma al nuevo
trabajo. Durante aquella reunión se insistió mucho en la dificultad
de realizar un trabajo coherente ante la escasez de tiempo debido a
giras y demás compromisos, se habló del estrés y la presión a que
está sometida una banda de rock que pretende llegar a lo más
alto... esa presión mediática que acabó llevando finalmente a la
locura a Syd Barret, anterior líder de la banda. Estos temas
sirvieron como hilo conductor necesario para hilvanar todas las ideas
que iban surgiendo para el nuevo disco.
Unas
pocas semanas después de aquel encuentro una primera versión de la
nueva obra estaba terminada y lista para ser presentada en vivo en el
Rainbow Theatre de Londres. El proceso de grabación se extendió a
lo largo de todo el año 1972, con numerosas interrupciones debidas a
los compromisos de la banda. Durante la última fase de
grabación se vió que eran necesarios otros cuatro o cinco minutos
más de música para cerrar la cara A del disco. Se pensó que
aquella sección podría ser un intrumental por lo que Richard Wright
(teclados y voz) se sentó ante el piano y elaboró una progresión
de acordes para el nuevo tema que terminó gustando al resto de la
banda. Posteriormente se incluiría una sección rítmica, David
Gilmour (guitarra y voz) añadiría una slide guitar y para rematar
se decidió añadir una sección vocal. Aunque nadie tuvo en ningún
momento claro en que consistiría la parte cantada se siguió
adelante con aquella idea surgió, por tanto, el dilema de quién
interpretaría aquella dudosa sección vocal. En un primer momento se
pensó en Doris Troy, una cantante neoyorquina que ya había grabado
los coros para algunas canciones del disco. El ingeniero de sonido
asignado al proyecto, que no era ni más ni menos que Alan Parsons
recordó a una chica con la que había trabajado anteriormente en un
álbum de versiones, por lo que lanzó su sugerencia a la banda que
decidió dar una oportunidad a Clare Torry.
Un
contable de los estudios de Abbey Road se encargó de localizar a
Clare y citarla para una sesión de grabación conviniendo que la
única fecha en la que ambas partes podían cuadrar sus horarios era
el domingo 21 de enero entre las 7 y las 10 de la noche. Clare, que
por entonces era una menuda joven de 22 años que intentaba labrarse una
carrera como cantante solista, se presentó aquella noche de domingo
en los estudios de Abbey Road sin conocer practicamente nada de Pink
Floyd y sin la más remota idea de cual sería su cometido durante la
sesión de grabación. Una vez en los estudios se encontró con unos
Pink Floyd no muy locuaces, sólo David Gilmour charló con ella y la
guió durante el proceso de grabación. Le explicaron vagamente que
estaban grabando un álbum que hablaba sobre la vida y la muerte y
todo lo que hay entre medias y que tenían aquella canción con la
que no sabían muy bien que hacer. Para su sorpresa le informaron de
que la canción no tenía letra y que tenía que improvisar la parte
vocal.
Clare
entró nerviosa en la cabina de grabación y pidió que le pusieran
la canción para familiarizarse con ella. Al principio comenzó a
entonar frases del estilo "... oh baby, baby..." pero David
le indicó que no era eso lo que buscaban, si no, que querían una
canción sin palabras, le sugirieron notas más largas y que fuera lo
más emotiva posible. Clare se hizo poco a poco con la canción, pero
seguía sin saber que hacer, llegando a pensar que lo mejor era
dejarlo, dar las gracias a todos amablemente y largarse de allí.
Pero entonces se le ocurrió que podría usar su voz como si fuera un
instrumento, pidió que pusieran la canción otra vez desde el
principio y comenzó a entonar lamentos dejándose llevar inspirada
por su propia voz y el sútil eco que Alan Parsons transmitía a su
auriculares. Durante aquella sesión Clare Torry se superó a si
mima, nunca alcanzó notas tan altas, su voz sonó más negra que
nunca, y en un intervalo de apenas dos horas de ensayo logró una de las
interpretaciones más conmovedoras de toda la historia del rock.
Cuando
salió de la cabina de grabación fue avergonzada hasta la sala de
control donde pidió disculpas por haberse haberse apasionado
demasiado durante su interpretación. Los miembros de la banda con su
flema habitual ni siquiera fueron capaces de hacerle ver que
simplemente habían quedado maravillados con su trabajo. De hecho
Clare se fue de los estudios de Abbey Road pensando que nunca
incluirían su voz en aquel álbum.
The Dark Side of the
Moon salió a la venta el día
uno de marzo de 1973, lo que sucedió después forma parte inevitable
de la historia del rock. El disco permaneció durante años en las
listas de los más vendidos. Es imposible saber el número exacto de
copias vendidas en todo el mundo pero algunos estudios lo elevan
hasta algo más de 50 millones, lo que le convertiría en el tercer
álbum más vendido de la historia sólo por detrás de Black
in Black de AC/DC y del Thriller
de Michael
Jackson.
Semanas
después de su visita a Abbey Road mientras paseaba por Kings Road
Clare se fijó en el escaparate de una tienda de discos y vió un
póster enorme con el prisma y el espectro de luz y en letras grandes
las palabras PINK FLOYD NEW ALBUM. Entró en la tienda, preguntandose
si aquel sería el disco para el que había trabajado y,
efectivamente, miró la contraportada del disco y vió que su nombre
aparecía en los créditos, fue así, por casualidad, como se enteró
de que su voz había sido finalmente incluida en The Dark Side of
the Moon. Por sus dos horas de trabajo en aquel disco cobró 30
libras (EMI pagaba por entonces 7,50 libras por hora a los músicos de
sesión, a ella le pagaron el doble por tratarse de un domingo).
Está
claro que para muchos de nosotros es la aportación de Clare Torry lo
que da vida a The Great Gig in the Sky por lo que resulta
increíble que nunca se reconociera su autoría y aún más increíble
que ella tardara 31 años en emprender acciones legales contra la
discográfica EMI y Pink Floyd. Quizá, como ella comentó en alguna
ocasión, no fuera buena idea para una joven cantante empezar su
carrera demandando a los grupos para los que trabajaba. Pero lo
cierto es que en 2005 los juzgados le dieron la razón por lo que
desde entonces podemos ver, por fin, en las nuevas copias del disco
las palabras Wright/Torry junto al nombre de la canción.
Tampoco sería justo dar la impresión de que todo fue una historia
de enemistad con Pink Floyd. En los años siguientes entabló cierta
amistad con Roger Waters llegando incluso a colaborar en su disco
Radio Kaos y en 1990 se unió a la banda (por entonces ya sin
Roger) para actuar en el festival de Knebworth. Es aún más
sorprendente que Richard Wright y Clare Torry volvieran a encontrarse
en los 90 para regrabar la canción y usarla para el spot
publicitario de un analgésico, aquella vez la canción si que reportó suculentos dividendos por igual a ambos.
En Agosto del 2.012 aparecía en unas excavaciones de un aparcamiento de Leicester un esqueleto, confirmándose en el mes de Febrero del presente año, tras arduos estudios de carbono 14 y de ADN, que se trataba de Ricardo III, el último rey inglés en fallecer en un campo de batalla, concretamente en la de los campos de Bosworth, a las afueras de Leicester, hecho que ponía fin a la dinastia de los Plantagenet y prácticamente a la guerra de las dos rosas.
La imagen que de Ricardo III se tenía (la de un rey cruel y sin escrúpulos, jorobado y deforme, capaz de asesinar a sus sobrinos con tal de afianzarse en el poder), nos ha llegado a través de Tomás Moro y especialmente a través del drama Richard III de Shakespeare... por ello la presencia de una severa escoliasis en el esqueleto de Leicester, parece corroborar que esta imagen deforme no se debía única y exclusivamente a la imaginación del genio de Stratford-upon-Avon.
Basada en el texto Shakesperiano, Laurence Oliver, dirigió e interpretó en 1.955 la adaptación cinematográfica del texto dramático de William Shakespeare, mientras William Walton, (como ya hiciera anteriormente con Henry V) se encargaba de construir su suntuosa banda sonora, de la cuál vamos a tratar en este artículo. La versión del presente disco que de esta obra realiza Sir Neville Marriner para el sello británico Chandos es un arreglo para suite orquestal realizada por Chistopher Palmer, suite que permite por tanto la audición de la obra en las salas de conciertos.
La orquesta que dirige Sir Neville Marriner es la Academy of St. Martin in the Fields, orquesta de cámara que él mismo fundó en 1.956. Sir John Gielgud, insigne actor británico, se encarga en el presente disco de la narración, y como anécdota valga decir que en la película de 1.955, Gielgud realizaba el papel del Duque de Clarence.
La suite consta de 10 números, a través de los cuales vamos asistiendo al ascenso y hundimiento de éste pérfido pero carismático personaje; por supuesto el número final no es otro que la muerte de Ricardo III en la comentada batalla de Bosworth. La música de Walton es suntuosa, dramática cuando la situación lo requiere, muy rimbombante y teatral si queremos, pero no podemos obviar que el asunto así lo requiere... hay ecos en estilo neo Tudor, y cierto aire añejo que nos indican la querencia de Walton por la música de la vieja Inglaterra, en definitiva este volver a los viejos conceptos de la música renacentista, barroca o clásica, es algo que durante las primeras décadas del siglo XX vino a llamarse Neoclasicismo, una especie de islote para los compositores que aún se mantenían alejados del atonalismo y la vanguardia.
Quizás para los oidos acostumbrados a escuchar música renacentista "original" la audición de este disco les pueda parecer artificiosa y antinatural, no lo discuto, pero en mi opinión Walton no pretende realizar una recreación rigurosa sino más bien una "adaptación libre para nuestro tiempo" de una música que en su momento estaba muy ligada a la exaltación de la nobleza y de la iglesia...así pues la música de Walton "democratiza" el espíritu del música primigenia, la dota de humanidad y de individualismo...algunos lo llamarán pastiche, yo prefiero llamarlo libertad.
El disco se cierra con otros dos arreglos de Christopher Palmer sobre música de Wiliam Walton: la fanfarria y la marcha de Macbeth y Major Barbara.
Esta mítica portada del último disco oficial en estudio de la banda (el álbum Coda en realidad era un conjunto de temas ya grabados anteriormente) fue obra de Aubrey Powell, uno de los miembros del equipo Hipgnosis.
Hipgnosis era el nombre de un equipo de diseño que estuvo en activo durante buena parte de la edad de oro de la creación de portadas para vinilos; concretamente desde 1968 donde diseñaron "A Saucerful of Secrets" de Pink Floyd hasta el año 1983, momento de su disolución como equipo. Aubrey Powell, Storm Thorgerson y la posterior inclusión de Peter christopherson conforman el núcleo artístico de una época en la que trabajar con ordenadores era prácticamente imposible, se imponía pues el trabajo artesanal y a mano.
Para el trabajo fotográfico, Aubrey Powell decidió reproducir en los estudios Shepperton en Reino Unido, el interior de una célebre taberna sita en Nueva Orleans, el Old Absinthe Bar, lugar frecuentado por los Led Zep cuando se encontraban de gira por aquella parte de los Estados Unidos; ni que decir tiene que el consumo de alcohol y la inevitable presencia femenina hacían que aquellas reuniones fueran lo suficientemente canallescas como para ser recordadas animosamente por todos, e incluso para que Jimmy Page conociera a su futura mujer, Patricia.
Pues bien, una vez que el interior de la susodicha taberna estuvo montada, se realizaron 6 tomas distintas de lo que supuestamente era una misma escena:
En el interior de un antro de mala vida, anclado en los años 40 ó 50, nos encontramos a un tipo de aspecto "gansteril", absorto en sus meditaciones y en la ingesta del alcohol suficiente como para hacerlas olvidar, el cuál es observado por distintos personajes arquetípicos de lo que debiera ser el ambiente canallesco del old Absinthe Bar...el impasible barman, el eterno pianista de ragtime, las prostitutas estratégicamente colocadas y un siniestro personaje que observa a nuestro amigo no se sabe si con buenas o malas intenciones...
Toma alternativa de la portada de "In Through the Out Door"
Como he dicho se obtuvieron seis fotos con la intención de que este disco tuviera ¡seis portadas diferentes!, ¡sí!, así como suena, y a cada una de estas seis portadas se le añadió una letra de la "a" a la "f" detrás del número de catálogo del vinilo.
Cada una de las portadas, poseía un toque color sepia, acorde con la estética del montaje, añadiéndole una pincelada de color que pretendía darle cierto toque de frescura.
Como nota curiosa, la foto del interior de la funda del vinilo ( un primer plano de una carta que el gánster de la portada se encarga de quemar), también tratada en color sepia, podía colorearse si se le vertía un poco de agua.
Para más espectacularidad si cabe, cada uno de los Lp's se vendía dentro de una bolsa de papel de estraza, en la que aparecían el nombre de la banda y el título del disco...como no había ninguna otra reseña el comprador al adquirir el larga duración, desconocía por completo cuál de las 6 portadas estaba adquiriendo, por lo que a nivel de coleccionismo este disco se convirtió en una joya de incontable valor.
Otra toma alternativa de la portada de "In Through the Out Door"
2012
ha sido un año de inesperados reencuentros que entre otras cosas nos
ha traido la resurrección de Dead Can Dance. Su todavía reciente
último disco y su anuncio de una gira internacional que les traerá
en Mayo a Madrid y Barcelona nos parecen una buena excusa para
recordar la historia y discografía de este enigmático dúo
Australiano formado por Brendan Perry y Lisa Gerrard. Una historia
que comienza con sonidos cercanos al punk o al pop oscuro de The Cure
y que continúa hasta un estilo propio y único con influencia de la
música medieval, barroca, oriental... Un sonido en definitiva que
nunca nadie ha sabido encasillar.
La
carrera musical de Brendan comienza en Auckland (Nueva Zelanda) en
1977 a donde había emigrado junto con su familia procedente de
Londres pocos años antes. Guitarrista aficionado, de formación
prácticamente autodidacta, realizó por aquella época audiciones
para algunas bandas locales que le rechazaron invariablemente debido,
según cuenta él mismo, a su escaso virtuosismo con la guitarra.
Cuando
casi había perdido la esperanza de convertirse en músico, su
situación cambió radicalmente cuando conoció a los miembros de The
Scavengers en una fiesta después de un concierto de estos
últimos. Ya sea por su carisma, porque ninguno de los miembros del
grupo estaba interesado en el virtuosismo o por un poco de las dos
cosas, como resultado de aquel encuentro fue admitido para sustituir
al bajista que dejaba la banda en ese mismo momento. El hecho resulta
doblemente sorprendente teniendo en cuenta que Brendan nunca antes
había tocado el bajo.
The
Scavengers se convierte pronto en una de las principales bandas
de la floreciente escena punk Neozelandesa contando con éxitos como
Mysterex, sin embargo, las cosas se tuercen cuando los medios
de comunicación comienzan a cebarse con la cara más violenta de la
New Wave. El consumo de heroína y los altercados durante los
conciertos son considerados como algo inherente al movimiento punk,
por lo que grupos como The Scavengers son vetados en la mayoría de
los escenarios de Nueva Zelanda.
En
1979 la banda se encuentra en una situación muy complicada y deciden
probar mejor suerte en Melbourne (Australia) y romper con su pasado
cambiándose el nombre por The Marching girls.
Existía
por entonces en Melbourne una escena musical alternativa que giraba
en torno a una serie de eventos conocidos en su conjunto como "Little
Band scene". Esta movida consistía en un gran número de
pequeñas bandas que generalmente practicaban géneros musicales muy
experimentales o al menos no muy comerciales. Los eventos se
organizaban en pubs y locales de pequeño aforo y a menudo
participaban numerosas bandas que se alternaban en breves actuaciones
de unos quince minutos.
Fue
en uno de estos eventos en los que Brendan conoció a Lisa Gerrard
quien sería su pareja durante algunos años y hasta hoy pilar
fundamental de Dead Can Dance. Es poco lo que sabemos sobre los
inicios musicales de Lisa, pero parece que ya de niña dejaba
estupefactos a sus padres, que nunca la motivaron para la música,
con espontáneas actuaciones caseras en las que cantaba en un extraño
idioma inventado por ella misma. En 1979 formaba parte de Junk
Logic un grupo de estilo 'avant garde' del que poco se recuerda y
del que no se conserva ninguna grabación y en el que tocaba el
yangqin (instrumento chino parecido al dulcémele).
A
partir de su llegada a Australia The Marching girls comienza a
adquirir un tinte cada vez más pop ante el cual Brendan se muestra
reticente. En realidad tampoco le atrae ya el punk y empieza a
interesarse más por la idea de expresar emociones creando atmósferas
y bandas sonoras para películas imaginarias, escucha por entonces a
bandas como Public Image Ltd. y Joy Division. En 1980 deja la banda y
un año después forma Dead Can Dance junto con su compañero de The
Marching girls Simon Monroe a la batería y Paul Erikson al bajo.
Lisa se les uniría poco después a los coros y percusión. Algunos
meses más tarde, en los que apenas consiguen dar un puñado de
conciertos, la banda llega a la conclusión de que no hay sitio para
ellos en la escena musical Australiana más interesada en aquellos
momentos en el hard rock que en la música independiente. En abril de
1982, el grupo, con la excepción de Simon Monroe, decide emigrar a
Londres.
Una
vez en Londres la pareja Brendan y Lisa se instalan en la planta
número 13 de un bloque de apartamentos en el barrio de Isle of Dogs,
en el bloque contiguo vive Peter Ulrich que es contratado como nuevo
batería. La nueva banda graba una maqueta con cuatro temas que es
distribuida entre varios sellos independientes. Pronto dicha maqueta
llamará la atención de Ivo Watts-Russell de 4AD que se encargará
de organizar varios conciertos para el grupo y así conocer la
reacción del público. En 1983 Dead Can Dance firma un contrato con
4AD lo que dará lugar a una relación profesional con la compañía
que solo se ha roto recientemente con el lanzamiento de su último
disco.
En
febrero de 1984 aparece Dead Can Dance el primer álbum de la
banda consistente en una recopilación de todos los temas grabados
hasta el momento. En la portada aparece una máscara ritual de Nueva
Guinea, Brendan comenta los siguiente en la web oficial del grupo:
"La máscara aunque, era parte de un árbol vivo, está ahora
supuestamente muerta. Sin embargo, a través de la destreza de su
artesano, le ha sido insuflada una fuerza vital propia".
Poco
revela este disco, que en su día fue encasillado dentro del
post-punk, el pop gótico y otras curiosas etiquetas, de lo que sería
el sonido posterior de la banda. Sin embargo, algunos temas, sobre
todo los interpretados por Lisa Gerrard como Frontier y Musica
Eternal sí que dan una cierta idea de la magia que llegarían a alcanzar poco después.
Ese
mismo año Ivo Watts-Russell ideó un proyecto denominado This Mortal
Coil en el que participarían activamente numerosos artistas
relacionados directa o indirectamente con 4AD. Dead Can Dance
colaborarían en el primer disco de este proyecto (It'll End in
Tears) con los temas Waves Become Wings y Dreams Made Flesh.
Todavía
en 1984 tendrían tiempo de dar a luz un nuevo trabajo llamado Garden
of the Arcane Delights, se trata éste de un EP de cuatro canciones
cuya portada se debe al propio Brendan Perry.